El poder judicial ni está, ni se le espera en España


Por Ramiro Grau Morancho. Abogado y escritor

Ramiro Grau Morancho

Escribo con la melancolía que da ver cómo van pasando los años y la independencia del poder judicial, incluso la propia existencia de ese hipotético poder en España, no solamente no existe, sino que tampoco se le espera. Los dos partidos alternantes, al menos hasta la fecha, es decir, el Partido Popular y el PSOE, son, respecto a la justicia, las dos caras de una misma moneda. Lo único que persiguen es la total sumisión de los jueces al poder político, o sea, a su poder, como forma de asegurar la inmunidad e impunidad de todas sus actuaciones prevaricadoras y delictivas.

Y curiosamente, dentro de esa ceremonia de la confusión en la que hace décadas que estamos instalados, los dos predican lo contrario de lo que hacen: cuando están en la oposición exigen la independencia del poder judicial pero, cuando llegan al poder, hacen todo lo posible para dominarlo y domesticarlo. Parece evidente que ambos partidos, en realidad, son totalitarios y, en el caso concreto del Partido Popular, podríamos matizar que se adscribe a la rama tonta del totalitarismo La realidad es que ambas formaciones no creen en la democracia ni en la separación de poderes, elementos que son el sustento básico de una auténtica democracia. España vive en una ficción en la que los votantes creen que depositando una papeleta en una urna cada cuatro años les hace formar parte de un sistema perfecto.

Legisladores que se dedican a elegir jueces

El artículo 122.3 de la Constitución de 1978 establece que, de los veinte miembros del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), doce se elegirán entre jueces y magistrados, «en los términos que establezca la Ley Orgánica». En otras palabras, se deja en manos del legislador la forma de elegir a esos miembros, lo que es altamente preocupante pues supone, de facto, que la carta magna no garantiza, ni mucho menos, la independencia del poder judicial, al no poder elegir ellos mismos a su cúpula de gobierno.

Asimismo, se politiza la institución, con personas ajenas a la carrera judicial, al aceptarse la elección de otros cuatro miembros a propuesta del Congreso de los Diputados, y otros cuatro a propuesta del Senado «entre abogados y otros juristas, todos ellos de reconocida competencia y con más de quince años de ejercicio en su profesión». A efectos prácticos, se pone a dirigir a los jueces a personas controladas por los partidos políticos.

Tras sucesivas reformas y contrarreformas, los políticos han conseguido lo que realmente deseaban: elegir ellos mismos a esos doce vocales, en lugar de los propios jueces por votación entre el citado colectivo formado al día de hoy por unos 5.500 miembros. Fue precisamente Alberto Ruiz-Gallardón quien propició esta última contrarreforma, durante su mandato como ministro de Justicia. Así, la Ley Orgánica 4/2013 que reforma el CPGJ establece en su artículo 567.1, que «los veinte vocales del CGPJ serán designados por las Cortes Generales”, es decir, por la clase política. Su número 2 indica que «cada una de las cámaras elegirá (…) a diez vocales, cuatro entre juristas de reconocida competencia con más de quince años de ejercicio en su profesión y seis correspondientes al turno judicial”. Lo dicho: supone, de una forma clara y diáfana, la total politización de la cúpula del poder judicial, que deja de ser un poder, pues pasa a estar subordinado al único poder realmente existente, que es el político.

Por consiguiente, no debe sorprendernos que la cúpula del supuesto poder judicial, el ya citado CGPJ, se encuentre totalmente controlada por los partidos políticos. Así, solo acceden a los puestos de mayor relevancia y capacidad decisoria personas adictas a las formaciones en el poder, con lo cual se aseguran la sumisión de los jueces a la política o, de una forma más matizada, a los partidos mayoritarios.

Y eso es, por desgracia, lo que estamos viendo en España todos los días, empezando por el Tribunal Supremo, cuyos magistrados no son elegidos por su mayor competencia, sino por su mayor sumisión a quiénes les proponen, auspician y apoyan. En los Tribunales Superiores de Justicia, las Salas de lo Civil y Penal, que son las que van a instruir y juzgar a los políticos autonómicos, tienen un sistema de elección basado en la intervención del poder regional, proponiendo por medio del parlamento correspondiente a uno de cada tres miembros, amén del presidente, que no pasa de ser una persona designada a dedo por el CGPJ. El artículo 330.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial (LOPJ) es la cuadratura del círculo: «En las Salas de lo Civil y Penal de los Tribunales Superiores de Justicia, una de cada tres plazas se cubrirá por un jurista de reconocido prestigio con más de diez años de ejercicio profesional (…) nombrado (…) sobre una terna presentada por la asamblea legislativa».

Origen: El poder judicial ni está, ni se le espera en España – Adáraga

5 Comments

  1. ¡Pues con la fiscala generala del gobierno, qué quieren que les diga…!
    Independencia ninguna.
    Y autonomía, tampoco.
    TODO SERÁ DEPENDENCIA Y SUMISIÓN, COMO SI EL GOBIERNO FUERA UN GARZÓN CUALQUIERA… (Y no lo digo con segundas).

  2. Si una buena parte de los jueces, Y TODA SU CÚPULA, son ELEGIDOS A DEDO POR LOS POLÍTICOS, como sucede en España,
    ¿Cómo van a perseguirles después…?
    Es algo tan obvio, que creo no necesita mayores comentarios.

  3. Los socialistos y podemitas pretenden acabar con la poca «independencia» judicial que queda, eligiendo a los jueces y fiscales «a dedo», suprimiendo las oposiciones, etc.

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