La Calidad Transparencia Invisible: La Sanidad Aragonesa Bajo la Lupa


 

En el corazón de Aragón, un hospital parece representar fielmente la confusión y el caos de un sistema sanitario cuyos indicadores de calidad permanecen celosamente ocultos. La escena es desoladora: instalaciones anticuadas que contrastan con equipos modernos, personal médico desbordado y funcionarios indiferentes, simbolizando una gestión deficiente y falta de transparencia.

El Departamento de Sanidad del Gobierno de Aragón ha adoptado una postura de secretismo, manteniendo fuera del alcance público cualquier indicador de calidad de la sanidad, tanto pública como privada. Los aragoneses, así como otros ciudadanos interesados, desconocen el desempeño real del Servicio Aragonés de Salud (SALUD). Esta falta de información impide cualquier comparación con estándares internacionales, como los de la Joint Commission International (JCI) o la Joint Commission and Healthcare Organizations (JCAHO), utilizados por más de mil estándares e indicadores de calidad. Ninguno de los centros sanitarios en Aragón está acreditado por estas organizaciones, reflejando una grave carencia en la medición de la calidad.

Hace unos años, un facultativo del SALUD, surveyor de JCI y JCAHO, evaluó los hospitales a petición del entonces Gerente. Los resultados fueron alarmantes: la totalidad de los centros no alcanzaban el mínimo para ser certificados, con una evaluación especialmente baja en el capítulo de Instalaciones y Fuego. Esto pone de manifiesto que, al no conocer cómo se está desempeñando el sistema sanitario, es imposible establecer planes de mejora.

En un ambiente donde se debería priorizar la transparencia y la calidad, los responsables sanitarios aragoneses parecen más interesados en mantener las apariencias y proteger sus propios intereses. Los indicadores utilizados son inventados por coordinadores de calidad elegidos a dedo, sin la formación adecuada, pero con salarios de Jefes de Servicio. Esta situación no solo es inaceptable, sino que también representa un grave riesgo para la salud y el bienestar de los pacientes.

La afirmación de que Aragón tiene una de las mejores sanidades del mundo se desvanece rápidamente ante la falta de datos concretos y verificables. Sin formación ni experiencia en gestión y política sanitaria, los directivos políticos reciben una rotunda calificación: un cero.

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